Hace unos seis meses, publiqué un post en el que os hablaba de la colaboración con el grupo «Refugios dignos Libres«, donde nos propusimos restaurar el refugio de Coll de Vent, en la ruta de Isábena Loop. La idea era destinar los beneficios generados por las donaciones de los parches a la recuperación del refugio. Todo surgió tras varias conversaciones con Marcos, de Puyatas Maestras, quien ya había publicado en su webla subida al refugio desde Serraduy, y juntos vimos la necesidad de devolverle a este lugar su esplendor.
Desde entonces, han sido muchos los que han querido aportar su granito de arena, donando para la compra de materiales necesarios. Por otro lado, Marcos lanzó a la venta unos maillots especialmente dedicados a esta causa, cuyos beneficios también se destinaron a la restauración.
Este pasado fin de semana, un grupo bien majo de personas con muchas ganas de trabajar nos reunimos en el refugio. Nuestro objetivo era devolver a la montaña un poco de todo lo que nos ha regalado, mediante la recuperación de este espacio. Creemos firmemente en la importancia de cuidar la naturaleza y transmitir valores que, en los tiempos que corren, parecen haber quedado en segundo plano.
Creemos en la colaboración para alcanzar un bien común, en el respeto a la naturaleza y en la buena voluntad de las personas. Queremos que la gente entienda que un refugio, una de las pocas cosas gratuitas que aún existen en este mundo, es un bien colectivo y, como tal, si un día tenemos que hacer uso de el deberíamos dejarlo al menos en el mismo estado en que lo encontramos.
Como podéis ver en las fotos, el refugio ha quedado listo para entrar a vivir. Además de darle una buena capa de pintura, reemplazamos las tejas rotas por nuevas y mejoramos el tiro de la chimenea para asegurar un buen funcionamiento. También construimos bancos de madera y ampliamos la mesa ya existente, creando así un espacio más cómodo para todos.
Habilitamos un rincón dedicado a la cocina, equipado con varios utensilios para que los viajeros puedan prepararse algo caliente. Además, colocamos un botiquín de primeros auxilios y un pequeño taller de reparación de bicicletas, por si alguien lo necesita. Toda la madera del refugio fue tratada y barnizada, incluyendo la puerta y la ventana, en la que instalamos un metacrilato para dejar entrar la luz sin preocuparnos por las inclemencias del viento.
En una de las paredes, montamos una estantería a modo de biblioteca, con varios libros, juegos de mesa e incluso una guitarra para hacer más amena la estancia. Queremos que este refugio sea más que un simple lugar para resguardarse, queremos que sea un espacio acogedor donde descansar y compartir momentos.
Pero no todo es funcionalidad; también añadimos elementos decorativos para darle un toque especial. Gracias a la donación de Ciclofactoria, colocamos en lo más alto una clásica Derbi Panter (en su época eras el jefe si tenías una de estas!), presidiendo el refugio con su aire retro. Además, reutilizamos piezas de bicicletas viejas para darle un toque ciclista y personal. Porque un refugio no solo debe ser útil, sino también bonito y acogedor, un lugar que invite a quedarse.
En las fotos veréis que este reacondicionamiento se ha brindado a la organización sin ánimo de lucro Juntos Venceremos ELA. Y es que Carlos, uno de los que estuvo con nosotros en el refugio durante el fin de semana, es miembro de la organización y familiar de Jorge Murillo, quien lleva 9 años enfrentando la ELA.
Os animo a visitar su página web y conocer de primera mano su inspirador testimonio. Como él mismo dice: «La ELA me ha arrebatado la capacidad de moverme, de hablar e incluso de respirar, pero jamás me quitará las ganas de vivir, amar y ser amado.» Con esta colaboración, nuestro objetivo es dar visibilidad a la enfermedad y mostrar lo que supone tanto para quienes la padecen como para sus cuidadores, que afrontan a diario un desafío tan imponente como una subida de montaña.
Durante la comida, le preguntamos a Carlos sobre la organización y sobre Jorge. Nos explicó en detalle cómo Juntos Venceremos ELA trabaja para sensibilizar y apoyar a las personas afectadas por esta dura enfermedad. Fue un momento muy especial, que nos recordó la importancia de aportar nuestro granito de arena y transmitir un mensaje de fuerza y solidaridad.
Por mi parte, solo me queda agradecer el buen hacer de todos. Las risas que compartimos, el buen ambiente y las pequeñas «putadillas» que nos gastamos (y que me hicisteis a mí también mamones) hicieron de este fin de semana algo inolvidable.
De verdad, muchísimas gracias a los chicos de Refugios Dignos Libres, sois unos auténticos jefazos! Un agradecimiento especial a Álvaro, que ha inmortalizado cada momento con su cámara, y a Marcos, a quien por fin pude ponerle cara después de tanto tiempo hablando a través de las redes. También quiero dar las gracias a Carlos, por hablarnos con tanta honestidad sobre el ELA y compartir su experiencia. Y, por supuesto, a Enrique e Iván, los forestales de la zona, que hicieron que todo fuera tan fácil.
¡Muchísimas gracias a todos! Este fin de semana fue un verdadero ejemplo de lo que se puede lograr cuando se trabaja con pasión y compañerismo. Hasta la próxima aventura!