Rodamos suave suave

El 22 de noviembre me llegó un mail. Era de Juen Itube-Ormaetxe, un conocido del grupo Ciclismo sin prisa de Facebook. Julen es un bilbaíno apasionado de la bicicleta y de los viajes sobre las 2 ruedas que plasma sus vivencias en su blog Rodamos Suave Suave. Me anunciaba que esta semana estaría dando pedales por el Montsec. Estamos en diciembre y aunque no es una mala época para dar pedales por el Montsec hay que decir que el frío y la niebla echan para atrás y se ve a poca gente haciendo la ruta.

La ruta que se propuso hacer, ha sido una adaptación del recorrido gravel con salida y llegada en Benabarre, dividida en 5 etapas.

Os dejo un extracto del balance de estos 5 días de su web así como las crónicas diarias.

Ha sido un verdadero placer seguir los pasos de Julen durante esta semana. Julen, el Montsec es casa tuya para cuando quieras volver. Agur!

Etapa 1 – Benabarre – Pont de Montañana

Etapa 2 – Pont de Montañana – Tremp

Etapa 3 – Tremp – Ponts

Etapa 4 – Ponts – Monestir de les Avellanes

Etapa 5 – Monestir de les Avellanes – Benabarre

Balance ruta

Ya sabía adónde iba porque había consultado con cierto detalle la web de Montsec Bikepacking Loop.  Bueno, además, sabía del proyecto a través de Ciclismo sin prisa, un grupo de Facebook en el que participo. Digo porque esto porque no es que me haya llevado una tremenda sorpresa ante los paisajes y el entorno en general, pero sí que soy sincero si digo que ha superado mis expectativas. Me da que es de ese tipo de sitios que, para quienes gustamos de dar pedales, deben formar parte de alguna vez en la vida hay que ir allí.

Casi lo mejor de todo es venirme con la evidencia de que podría estirar la zona a través de muchas más etapas de las que he pedaleado. Además, la tranquilidad que transmiten muchas de las carreteras por las que he rodado hace que también sea una opción venirse con la bici de ruedas finas. El paisaje es espectacular: los Pirineos de fondo, grandes zonas boscosas, los ríos y sus embalses, una orografía caprichosa. Todo contribuye a que, después de cinco días, vengas rumiando de qué forma organizar una ruta con más etapas.

Soy consciente de que no mucha gente se anima a irse a pedalear allí recién comenzado el invierno. De hecho, yo lo hice porque leí que había previsión de relativo buen tiempo. Mínimas en torno a los cero grados y jornadas sin lluvia son tolerables, ¿no? De hecho, hacia mediodía o a primera hora de la tarde rondábamos los 15 grados. En el GPS la mínima ha sido de un grado bajo cero en las jornadas con salida en Benabarre y Tremp. Eso sí, las nieblas que me han acompañado hacen que ese frío sea algo más puñetero. En cualquier caso, cuestión de abrigarse, ¿no? Yo hace tiempo que empleo unas plantillas calefactables para pies y manos que me van genial. De esta forma, cuando la temperatura sube, no voy lastrado, por ejemplo, con unos guantes excesivos y puedo llevar mis zapatillas de entretiempo. Te quitas las plantillas y asuntos resuelto.

En fin, ya que han sido cinco días, multiplico por dos los recuerdos para dejarlos en una cifra redonda. Aquí os dejo diez recuerdos que me llevo de la ruta.

1. La subida hacia La Torre d’Amargós.

En Puente de Montañana me dijeron que en invierno eran habituales los días de cinco o diez grados bajo cero. Yo tuve suerte y salí con solo un grado negativo. Pronto empezó una subida que se agradecía para entrar en calor. Más aún cuando el suelo se iba alfombrando de hojas secas de color ocre y la carretera zigzagueaba entre la niebla.

2. Los mares de nubes.

La subida tenía premio día tras día. A medida que ganaba altitud, tras un lento pedaleo, el sol empezaba a adivinarse. De repente, la luz. Abajo, persistente, quedaba el mar de nubes. Día tras día.

3. Los túneles de los embalses de Terradets y Canelles.

La orografía parece haber planteado unos buenos retos. Aceptada la necesidad de embalsar el agua de los ríos, ¿cómo llegar hasta ese lugar en el que se debe construir la presa? Había que echar mano de trabajos finos de ingeniería. Túneles de acceso, túneles de salida.

4. El terreno arcilloso, ese amigo del ciclista.

Ese agradable pedalear del verano y la tierra seca no tiene nada que ver con la broma del invierno o de época de lluvias. Ruedas y, cuanto más avanzas, más se empeña el barro en hacerte compañía. Cada pedalada es su triunfo frente a tu miseria. Un clásico del ciclismo de monte con buenos exponentes en estas tierras.

5. La cima Coppi y su descenso hacia Vilanova de Meià.

Una larga subida, poco a poco, hasta pasar cerca de Toló, en mitad de… bueno, en mitad de algún lado. Arriba, la cima Coppi esperaba la llegada del esforzado ciclista. Se abría un prado. Poco más adelante, la conexión con la carretera. Y en la bajada, los gigantes de piedra alrededor vigilándome.

6. La fuente y su banco al lado en Montmagastre.

Siempre hay momentos mágicos. Quizá los mejores con esos que no esperas. No esperaba esa fuente y ese banco. Detrás quedaba el castell, allá en lo alto, vigilándome. Mientras, un momento de descanso allí sentado, a la espera de continuar ruta. Porque hay que continuar, ¿no?

7. El canal d’Urgell.

Como casi todas las mañanas, la niebla me hacía compañía. El Segre iba a allí al lado. Junto a él, el canal d’Urgell, con sus infraestructuras correspondientes. Entre ellas, una pista paralela, ideal para un pedaleo fácil y tranquilo a la espera de mayores desafíos.

8. El Segre y el Noguera Pallaresa.

Un poco al norte de Camarasa se dan la mano ambos ríos. El Segre se embalsa en Sant Llorenç de Montgai y deja una estampa preciosa. Poco antes de cruzar el río para comenzar a subir hacia Vilanova de la Sal, la foto es inevitable.

9. La ermita rupestre de Sant Cap en Vilanova de la Sal.

Arriba, muy arriba. Desde el Segre, poco a poco, pedalada a pedalada, se sube hacia Vilanova de la Sal. Pero hay que llegar más arriba, más cerca del cielo. Son apenas 700 metros de altitud, pero allí se esconde la ermita rupestre. Hay que encontrarla.

10. El embalse de Canelles.

La bajada es rapidísima. La pista traza curvas de herradura y lo vas viendo venir. Un embalse en una situación preocupante, con un caudal mínimo. Es extraña la belleza de semejante anomalía.


Bueno, pues hasta aquí estos cinco días por la Sierra del Montsec. Insistimos: gracias a quienes se han puesto manos a la obra para que podamos disfrutar así con la bici de montaña. 👏👏👏👏